
Atrapado entre los sueños inalcanzables, hábito entre la duda y el desacierto. Más bien estoy lo suficiente preparado para dar el salto a lo más alto de la cima, o tal vez me recree de nuevo en el fracaso. Como en tarro de cristal, guardo tu sabor de la mecriodidad de tus besos, pero como salvoconducto tengo en buen recaudo tu triste melancolía que sí alguna vez fuiste feliz, fuiste en mi guarida, a los pies del sabio en amores y experto en buenos sentimientos.
Como un loco desalmado te atraqué y me jugué hasta la vida por tí, hasta morir como en el cabo de trafalgar murió el almirante inglés Nelson.
Todavía estás dispuestas a salir a la calle buscando amor, como canta José Luis Perales en una de sus canciones y te cuelgas el bolso a lo «Madame Fettel», y viste de un rojo amapola deleitándonos con el «tocáte roque» y sálvese quién pueda.
De perdidos al río, como reza el refrán, y como «chivo expiatorio» y como un pozo sin fondo, te dí lo que tenía, te dí todos mís días y en mí decadencia me sirve como abrigo para consolar mis fieles derrotas.
Aporto mis victorias como modo de vida y desecho lo innegociable por ser fiel a mis principios y encuentro las llaves pérdidas para abrir todas las puertas de tu corazón.
Desde que escuché la palabra resiliencia, he ganado más que he perdido en la vida, y sí he perdido en esta vida, ha sido por fuerza mayor.
Por eso sin darme cuenta, quiero que te acuerdes de mí, aunque estés en la cresta de la ola, aunque la fama te aclame, nunca te olvides de mí, aunque el mar me arrastré y te lleve conmigo.
No dudes, que yo nunca te he fallado.
Y, sí alguna vez lo he hecho, ha sido por salvarte a tí.
Qué nada ni nadie te detenga.
Eres oro puro y un diamante por pulir.
Olor a furia con aroma de euforia.
Mi sol, mi playa, mi estado de sitio.
«SON DE MAR»
Sergio Delgado Cintas.