
Te lo diré en voz baja, cuando el mar esté en calma.
No me entretengo en cosas superficiales, soy, como dice Bunbury, un errante, en mi caso, un cordobés errante.
Para ti, eres la forma más delicada de decirme que no. Nunca hay un sí en tus respuestas, solo silencio. Te invito a conjugar el verbo «amar», para que veas los gigantes que percibía Cervantes en sus molinos de viento.
El lugar es perfecto y la espera hará nuestra cita inolvidable. Dejaremos atrás los problemas. No somos los salvadores de nadie, simplemente encontraremos nuestro propio refugio, como diría Antonio Vega: «el sitio de mi recreo». Allí, donde todo se vuelve más simple, donde Peter Pan se encuentra con su inseparable Campanilla.
Si piensas como yo, huyamos juntos. No seremos prisioneros de nadie, porque no hay nada que perder. Solo tenemos que ganarle tiempo al tiempo. No tengas miedo, las heridas ya han cicatrizado. Deja las excusas y piérdete en los poros de mi piel, donde la biodiversidad de mi ser te ofrece una panorámica única, llena de ilusiones y deseos.
Ábreme tu corazón.
Acércate y susúrrame lo mucho que me quieres. Si lo haces, mi alma volará hacia el cielo, como si levitara en paz, sentado junto a Dios. No pierdas de vista nuestras huellas, porque aunque se desvanezcan al andar, vamos en la dirección correcta. El destino puede ser incierto, pero el camino que hemos recorrido juntos lo hace todo más claro.
El amor tiene memoria, y no conoce fronteras, ideologías, ni razas. El amor es universal, se manifiesta en los abrazos, los besos, los roces, y en ese cariño que actúa como la mejor medicina que jamás podría recetarnos el doctor de nuestras almas. Sigamos este sendero para llegar al lugar donde las aguas vírgenes nos esperan, y demos vida a todo lo que hemos aprendido en este trayecto. Contigo, la compañía ha sido gloria bendita.
La vida se hace más llevadera cuando dos se comprenden más allá de lo superficial. Por eso, te dedico estos versos. Eres mi punto de partida, mis comas, mis acentos, mi todo. No me cansaría de leerte si fueras un libro, ni de llevarte conmigo como un amuleto. No me olvides nunca, y recuérdame cada vez que leas esto. El viaje acaba de comenzar.
Déjate llevar por mis estribos, y disfrutemos de este momento, quizás el último que recordemos juntos, porque la vida se vive más que una sola vez si sabemos aprovecharla.
Libérate de los recuerdos tristes.
Lo único que no puedo deshacer es el nudo en mi estómago cuando te miro. Tus ojos son poesía, y me inspiran a cantar al amor como un niño que se ciega por tus huesos. Me gustaría llevarte al fin del mundo, para que veas todo lo que haría por ti.
Si alguna vez tienes dudas o miedos, llámame, y estaré allí para protegerte. Como Abraham, abriré el camino para ti. Juntos derrotaremos cualquier pesadilla, como en las historias de juglares que cantaban en la plaza.
El amor es un arte, y en el juego del amor, dos no lo hacen si uno no quiere. Por eso, te digo que no podría vivir sin ti. El miedo a perderte me consume, pero también me da fuerzas para luchar por lo nuestro. No me abandones.
Ya estamos cerca de la última parada, un refugio donde recargar nuestras almas y conocernos aún más. Si pudiera guardar este momento, lo escondería donde solo tú y yo lo pudiéramos encontrar. Sería nuestra joya más preciada.
No todos los hombres son iguales, y ninguna mujer es como la pintan. Tú eres única, auténtica, y no tendría sentido este instante sin tu sabiduría para ponerle el toque justo de cordura. Nos entregamos el uno al otro, como lo hicieron los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, que vencieron a sus adversarios y gobernaron con amor.
Busquemos nuestra Ítaca.
Esa isla soñada por Ulises, donde el viaje no es solo un destino, sino un aprendizaje continuo. Bésame y condena mi alma a tus andares. Yo, te venero y predico tu amor por todos los rincones de mi ser.
Nuestra cruzada no será una guerra, sino una búsqueda del amor en su estado más puro. Y aunque la historia pueda olvidarnos, yo nunca olvidaré que un día te amé, sin filtros ni retoques, tal como eres.
Llegamos al final de nuestro viaje, pero el amor sigue, infinito. Nos queda lo mejor por vivir juntos, y por eso, te entrego mi corazón.